Donde sobra, falta – El exceso es lo mismo que la insuficiencia

Donde sobra, falta

El exceso es lo mismo que la insuficiencia

Hace algunas semanas me encontré con una frase de Myamoto Musashi, samurái y filósofo japonés, que se quedó dando vueltas en la cabeza:

“El exceso es lo mismo que la insuficiencia.”

Me impactó por su contundencia, y me hizo click con una frase que le escuché innumerables veces a mi madre (que era contadora): “Donde sobra, falta.”

Y como suele suceder cuando algo nos toca una fibra, empecé a pensar en cómo esta idea atraviesa casi todo: la vida emocional, los vínculos, el cuerpo, el deseo… Incluso las decisiones que tomamos diariamente. Porque tanto el exceso como la carencia generan lo mismo: desequilibrio.

Más no siempre es mejor

A veces, lo que parece virtud (entregar mucho, cuidar siempre, estar presente todo el tiempo) termina siendo el rostro amable del miedo, de la inseguridad, la ansiedad ante la pérdida o la dificultad para establecer límites. Me explico:

  • Amar sin límites puede volverse dependencia.
  • Cuidar sin pausa puede ignorar el propio cansancio.
  • Buscar perfección puede impedir la acción. Por esto, amo el dicho: “Mejor hecho que perfecto.”

Como en la medicina, incluso los nutrientes esenciales se vuelven tóxicos cuando no se dosifican. El exceso deja de nutrir y empieza a dañar.

Lo mismo sucede en las relaciones de pareja. Cuando acompaño procesos terapéuticos, me encuentro con dinámicas donde uno de los dos, o ambos están dando de más o recibiendo de menos. O al revés:

  • Estar demasiado pendiente del otro, invade.
  • Estar demasiado distante, desconecta.
  • Ceder siempre, borra la individualidad.
  • No llegar a acuerdos, rompe el vínculo.
  • Tener relaciones sexuales por obligación o “deber”, enfría.
  • Postergar siempre el encuentro íntimo, genera vacío.

El amor sano no consiste en la perfección, sino en la capacidad de regular, observar y ajustar. Porque muchas veces, lo que damos de sobra solo evidencia el miedo que tenemos al abandono.

Y si en lo visible hay exceso, muchas veces en lo profundo hay insuficiencia. Lo que sobra hacia afuera suele compensar lo que falta hacia adentro.

Falta de amor propio, falta de autoestima, falta seguridad en sí mism@, falta de autonomía, falta la certeza de que mereces ser amad@ sin tener que esforzarte tanto.

Entonces, das de más para no ser rechazad@. Te quedas por miedo a la soledad, intentas controlar para no sentirte vulnerable, pero todo eso, lejos de nutrir el vínculo, lo agota.

La sexualidad también se desregula fácilmente cuando nos movemos entre extremos:

  • Postergar el deseo, por miedo o culpa, puede apagar la conexión.
  • Buscar un rendimiento perfecto, genera ansiedad.

En consulta, trabajo con personas que llegan con estas tensiones: se sienten culpables por desear o por no desear, por “dar demasiado” o por “no estar a la altura”. Y muchas veces, la solución no es más, ni menos: es volver al centro, observar y reconectar con lo propio.

“Ni tanto que queme al santo, ni poco que no lo alumbre.”

El desafío no es eliminar o retener o cohibir el deseo, el cuidado, el amor, el sexo o la presencia.

El desafío es el equilibrio.

  • No es dejar de cuidar, sino cuidarte también a ti.
  • No es limitar el amor por el otr@, sino amar sin perderte a ti mism@.
  • No es dejar de trabajar —¡ni más faltaba!— sino reconocer tus pausas.
  • No es evitar el conflicto, sino no vivir en guerra.

El equilibrio emocional no es un estado estático, sino una práctica continua. Como decía Aristóteles: “La virtud está en el justo medio.”

Sostener el centro es incómodo. Porque el punto medio no grita, no impresiona, no seduce. Requiere de autoobservación, calma, autogestión y sensatez.

¿Dónde estás sobrando o faltando hoy?

Te dejo algunas preguntas para mirar tu propio punto de equilibrio:

  • ¿En qué aspecto de tu vida estás dando más de lo que puedes?
  • ¿Dónde estás recibiendo menos de lo que necesitas?
  • ¿Estás en exceso o en carencia en tu relación?
  • ¿Y contigo mism@? ¿Qué te estás negando o exigiendo de más?

A veces, la respuesta no es más. A veces, es menos y más consciente.

Porque tanto el exceso como la insuficiencia nos alejan del bienestar, y el equilibrio, aunque desafiante, es un acto de amor propio.

Recuerda: ama con el co-razón, que siempre es una invitación al equilibrio.

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